“Y, yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.”

Evangelio de Marcos 6:13

El aceite de oliva ha estado presente en muchas religiones a lo largo de la historia. De una forma u otra, los cultos que han surgido al amparo del Mar Mediterráneo han tenido presente el olivo o el aceite como parte de sus ritos o simbología. Desde las representaciones de Atenea con un olivo, hasta el cristianismo que de hoy nos ocuparemos.

Ya desde la figura central y diferenciadora del cristianismo (Jesucristo) se ven elementos que denotan la importancia del aceite o del olivo: “Hablo de Jesús de Nazaret. Ya sabéis cómo Dios ungió con el Espíritu Santo…” (Ch. 10,38). Otro ejemplo se encuentra en Noé que tras el diluvio universal: “Y hacia el atardecer la paloma regresó a él, y he aquí, en su pico traía una hoja de olivo recién arrancada. Entonces Noé comprendió que las aguas habían disminuido sobre la tierra.” (Gen. 8:11). O por ejemplo cuando Jesucristo fue apresado en el huerto de los olivos en Getsemaní.

Así se encuentra el relato bíblico, salpicado de referencias al aceite o el olivo, seguiremos analizándolos, para la próxima ocasión aplicado a los ritos.